Ángeles Lozano

Mis primeros TRANS

Te podrán parecer muy básicos, pero todo lleva su proceso. Éstos fueron los primeros, desconocedora de todo lo que se avecinaba. Y así te los cuento.

Era una adolescente. Calculo que tendría unos 15 años.

Nunca se lo conté a nadie y ha sido ya en mi edad madura cuando he comprendido qué era aquello que yo ví.

Estaba con una amiga ahora directora de un Instituto de Secundaria. En su momento éramos niñas que nos habíamos criado en dos ambientes bastante distintos: ella en colegios y barrios más selectos y yo en barrios y colegios más humildes. Nuestros círculos eran distintos y  prácticamente no teníamos amigos en común.

Era alto. Venía caminando y sonriendo hacia nosotras. Un chico mayor que podía llevarnos un par de años se nos acercó. Estuvieron un rato saludándose y me presentaron. Al marcharse, mi amiga me explicó que era uno de los chicos más populares de ese centro religioso donde nos encontrábamos. Todo el mundo le conocía. Era un chico exitoso. Pero yo casi no estaba prestando atención a sus palabras, porque…

EXPERIENCIA TRANS

… ESE CHICO SE EMPEZABA A ENVOLVER EN UNA ESPECIE DE SEDA O HUMO NEGRO MIENTRAS SE ALEJABA.

La tarde era clara, despejada, y él caminaba de espaldas a nosotras para ingresar en su Centro de Estudios donde le esperaban. Había previsto un viaje.

Cuanto más me fijaba en él para intentar comprender qué era aquello, más se definía y se densaba esa envoltura energética. Era muy sutil, entre seda y humo ondeante de cigarro habano. Esta envoltura  iba engullendo toda su figura.

Mi amiga no hizo ningún gesto que delatara extrañeza, por lo que deseché la idea de hacer un comentario y pensé que era algo pasajero de mi vista. Y ahí quedó guardado. Pero nunca lo olvidé. Incluso hoy en día lo recuerdo con nitidez.

Aproximadamente una semana más tarde llegó la noticia-bomba al pueblo: un grupo de estudiantes pertenecientes a ese Centro  que viajaban juntos  habían tenido un accidente de tráfico. Murieron todos o casi todos. La cifra no la recuerdo bien. Pero sí el comentario de mi amiga: “¿ Recuerdas ese chico que te presenté hace unos días? Es uno de los que ha muerto en el accidente.” Me quedé sobrecogida.  ¿ Eso era lo que significaba? Pensé. ¿ Que alguien va a morir? “Pues yo no quiero ver eso nunca más”.

Y debió ser una sentencia o un decreto que lancé al cosmos, pues nunca más me ha vuelto a ocurrir nada parecido. La experiencia es dura, lector, cuando eres sólo una adolescente.

Poco más tengo que contarte. Hace poco, y yo ya tengo 52 años, alguien le mencionó. Wau¡¡ ESE era su nombre, apellido o apodo, no te sabría decir con certeza porqué le llamaban así. Pero el nombre es peculiar y único. Se trataba de él.

Espero que encontrara fácil el camino de la luz y quien sabe, igual algún día viene a hablarme.

Le recibiré con alegría.

 

 

Iba a ser madre. Me llevaban a quirófano.

El embarazo había sido estupendo. Sólo había una preocupación: que el niño en el último momento se estaba presentando de nalgas. Y cuando ya estaba prácticamente a término y era impensable que el niño virase y se diese la vuelta, él lo hizo. Un acróbata. Lo que sentí es una sensación irrepetible.

Todo estaba preparado para un nacimiento normal. Pero como primeriza, dilataba lento. 18 horas y la situación se complicó cuando el bebé entró en peligro. Fue lo último que oí: que me llevaban a quirófano. A partir de ahí , todo se eclipsó.

EXPERIENCIA TRANS

Lo siguiente que ví fue …

a MÍ MISMA SUBIENDO HACIA EL TECHO DE LA HABITACIÓN. Subía levitando mi cuerpo en horizontal pero era todo muy etéreo. Miré hacia abajo  y vi a un equipo médico atendiéndome en una habitación pequeña, luego supe que todos los quirófanos estaban ocupados y fue una sala anexa la que utilizaron. La sensación era excelente, llena de quietud y calma, ya no había dolor, ni preocupación, ni miedo,…todo se había disuelto. Pero perdí de vista la escena, cerré los ojos de nuevo y me abandoné,  viniendo de vuelta a un plano más denso, volviendo a la realidad. Lector, qué pena, no ví ningún túnel.

Fui tomando conciencia de dónde estaba ya en la sala de recuperación, sintiendo que mi hijo ya no estaba en mí e intuyendo mi cesárea. Ví a mi bebé un día después, tuve que esperar,  pero le he disfrutado desde ese momento 23 intensos años.

Aprendí de esa experiencia que la muerte una vez acontecida es una experiencia dulce y liberadora, que se vuelve a casa. Y si no es tu momento, como me pasó a mí, vuelves a tu realidad a completar las experiencias que todavía tengas que vivir.

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( Volver a Mi libro ” EXPERIENCIAS TRANS “)

 

 

 

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