Ruta 18ª: Gran Canaria, entre los Vientos Alisios y la Corriente del Golfo.
Aprendí lo que era un guanartemato, un flamboyán, la tea, el guarapo, un rorcual, el cardón,…y así una infinidad de términos, conceptos y realidades. Había llegado a Gran Canaria y de la mano de una guía de élite, Dalila, nos sumergimos en el magnetismo de esta isla que desconocíamos. Ahora ya conocemos muchos de sus pliegues, de sus tesoros, de sus entrañas,…y es momento que te lo cuente también a tí. Pero te aviso, una parte de tu ser se volverá canario de pronto y te nacerá la necesidad de ir a comprobarlo por tí mismo. Allá vamos…
Playa de las Canteras
Jardín Botánico
La Capital y sus Barrios históricos de Triana y Vegueta
Dunas de Maspalomas, Puerto Rico y Mogán.
Arucas y los Berrazales
Jueves 26 de enero de 2023. Primer día.
Tomamos vuelo directo a la Isla de Gran Canaria, y a las 8:30 a.m., hora local, ya habíamos hecho el landing. Pisábamos esta tierra volcánica que tanto adoro.
Y a las 10:30 h, una vez dejadas las maletas en el Hotel que nos acogería esa semana, nos estábamos desayunando en la Playa de las Canteras. Vamos a ponernos en contexto y entenderemos el porqué de su nombre.
Admiro a estas gentes pues han sido desde tiempos ancestrales unos supervivientes. Gentes sencillas y amables que se han adaptado al fluir del tiempo y de sus recursos, y han optimizado la manera de conseguir agua, sus materiales de construcción, la comunicación entre su compleja orografía,…y un largo etcétera.
Llegamos esa mañana en marea baja y nos dimos cuenta que una barrera volcánica natural frenaba el ímpetu del océano y creaba un entorno acuático protegido. Unos carteles explicativos nos aclararían después del significado de aquellos fondos marinos peculiares, de sus cetáceos, sus tortugas y sus aves. Esa barrera de lengua volcánica quedaba expuesta cada día, y los habitantes del lugar la habían tomado como su propia cantera en tiempos antiguos para ir construyendo sus hogares con pequeños préstamos de esta gigantesca columna vertebral.
Tras la comida y el descanso nos quedaba la tarde libre, visitando el emblemático Parque de Santa Catalina y paseándonos por todos sus alrededores. Tomábamos el primer pulso a la ciudad, que preparaba su carnaval, a dos semanas vista. Un excelente té y unos tentadores dulces para quienes gusten nos esperaban en La casa de Suecia, y allí nos refugiamos, pues una ola polar daba sus últimos coletazos en estas latitudes. No hemos sido unos turistas de sol y playa al uso; afortunadamente Gran Canaria tiene mucho más que ofrecer y hemos disfrutado de la Isla con otros ojos y con otros regalos, gracias al agua venerada que cayó y despertó su naturaleza indómita.
Viernes 27 de enero. Segundo día.
Salimos en la mañana rumbo al Jardín Botánico,…Me interesaba mucho ver, oler y tocar esa sorprendente vegetación, distinta, exótica, original que se ha conservado y mimado gracias a visionarios que supieron proyectar y a las gentes canarias que supieron arropar sus proyectos. Doy homenaje en estas líneas a Eric Sventenius entre otros.
El agua había lavado y acicalado a los dragos, a los tunos indios, a los flamboyanes, al aloe vera, a los cactus consuelo de viuda y asiento de la suegra, a las siemprevivas, a los cedros, a la laurisilva, a los cardones, -representativos de la isla- , a las palmeras, al tajinaste azul, al pino canario,…y continuaríamos largo y tendido.
Y aprendimos de las madres canarias los remedios antisépticos y antiinflamatorios para la garganta, para el sistema digestivo, para limpiar los riñones,…Y aprendimos de flores que estallan, literal, multiplicándose en las coladas volcánicas, colonizando y llenándolas de colores intensos. Así es la naturaleza, sabia y generosa.
Y aprendimos de distintos tipos de latex narcóticos, con los que los antiguos pescadores canarios adormecían a los peces en la pesca con la técnica del “embarbascado”, o de las pizcas que se ponían en las muelas doloridas. Y aprendimos cosmética natural insular, como la sangre de drago para la piel y la eterna juventud.
Y vi, olí y toqué Acebuches, reconectando con el olivo salvaje. Aquel que vino en el siglo XVI desde Andalucía a la isla para quedarse, y que en origen peninsular prácticamente se ha perdido. ¿ Y sabéis qué? Que los garrotes, de los que luego hablaremos, se hacían sabiamente con esta madera después del siglo XVI, garrotes para los saltos. Anterior a este siglo, ellos utilizaban el pino canario, el barbuzano o el palo blanco. Y también conocimos que hoy en día se puede conseguir su afamado AOVE de Temisa de olivo salvaje. Una joya.
Lo más impresionante que recuerdo fue un fósil de pino canario, de cómo los árboles aquí se adaptan al medio y en su caso, cómo pactan con los volcanes. El fósil que toco en la foto se encontró en 1966 en la Cañada de las Arenas, y realmente es la TEA del pino, es decir, los conductos centrales por donde circula su savia, por donde el pino está vivo. Si multiplicas el diámetro de la tea x 10, hallarás el grosor del árbol. Este árbol debió ser espectacular en grosor y en altura.
El pacto del pino canario con los volcanes, su adaptación de milenios, es que el pino puede perder su corteza en un incendio, imaginemos una erupción volcánica que le deje atrapado, pero aun quedando desnudo puede seguir vivo si su tea queda intacta, y continuar creciendo y generando corteza nueva. De ahí que el pino canario esté siendo un firme candidato de repoblación en otros lugares peninsulares.
A raíz de estos datos, cuando apreciábamos la arquitectura y las balconadas de las ciudades y pueblos hechas y labradas en tea, nos hacíamos idea de la desforestación salvaje que en tiempos antiguos sacudió estas tierras por los nuevos pobladores y conquistadores, ávidos de construcción naval y construcción urbanística.
En este viaje no utilicé mi péndulo para resentir: quise hacerlo de la forma más primitiva, resentir con mi propio ser los reinos mineral, vegetal y animal.
El paseo por el Jardín Botánico continuaba y mientras otros apreciaban la naturaleza engalanada, mis ojos captaron unos bancos construidos en piedra, una piedra verde que me hipnotizaba y que irremediablemente me atraía. Y sobre esta piedra verde de Tirma puse mi mano, resintiendo su color y su contenido de azufre y cobre. Más tarde la encontraría representada en la fachada ornamentada de la Casa de Colón en Las Palmas, una vez que volvimos del Jardín Botánico a la ciudad, pues era hora de visitar los barrios históricos de Triana y de Vegueta.
La Capital y sus Barios históricos de Triana y Vegueta.
El trabajo de los maestros canteros a lo largo de la isla es otro de los tesoros por descubrir, y la casa de Colón es una preciosa muestra, vestida con su arco conopial.
Recorrimos los dos preciosos barrios, visitando por supuesto la Catedral de los contrastes, oscura por el exterior por su piedra de basalto. Y reservamos una burbuja de tiempo para adentrarnos en un mundo de color y fragancia: el Mercado de Vegueta. Allí tenía la oportunidad de comprar las especias del lugar que siempre me gusta experimentar en la cocina, observar los pescados frescos de estas latitudes, comprar todo tipo de frutas exóticas y paladear vinos y quesos de la tierra. Sólo abren por las mañana, así que allí que nos fuimos. Y paladeamos esa tapa tradicional de queso majorero rojo de pimentón de Majanicho, Fuerteventura, y vino tinto local de la Caldera de Bandama y zona de Santa Brígida que visitaríamos al día siguiente.
Por la tarde, tras la comida y un poquito de descanso nos iríamos a conocer la zona alta, pasaríamos por el Acuario, y comenzaría la búsqueda de mis tres tesoros: jabones de aloe vera y piezas de olivina y lava del lugar. No quise olvidarme de probar los helados de sabores canarios, especialmente de gofio y de tuno rojo, y aquí os dejo testimonio para que veáis su aspecto. Os recomiendo probarlos cuando visitéis Gran Canaria o Tamarán, si preferís verbalizar su nombre indígena, cuando estas tierras eran un vergel, cuando retrocedemos a fechas anteriores de la conquista de fenicios, griegos y romanos.
Sábado 28 de enero. Tercer día.
Este sábado estaba programado el Gran Tour, e íbamos a familiarizarnos con otra terminología: Roque, barranco, labrante, fonolita, reconchabar. Y también aprenderíamos algún refrán de Dalila, que define el talante y el carácter de sus habitantes, apenas contaminados por el mortal estrés que circunda a la sociedad occidental y primer mundo. ” Al golpito, que detrás de hoy viene mañana”.
Ya en el autobús y en la localidad de TELDE empezaba la lección de Historia. En 1483 finaliza la conquista de la islas. Y fijábamos el marco histórico con los cultivos de la caña de azúcar (que luego se extrapolaría a Cuba y América) y la proliferación del bautismo para los insulares. Y supimos de la nobleza, del sello del vaticano y su significado, de los indios tarascos, y del ídolo de tara, y de las casonas indianas enmarcadas en piedra con balcones canarios trabajados por maestros ebanistas. Y mucho más,…Dalila es una enciclopedia andante.
A mí me atrapan las Iglesias, ya lo sabéis, y ésta del siglo XVI, la Iglesia de San Juan, me tenía una sorpresa: mis manos se iban a tocar su piedra azul, piedra gris-azulada, fonolita, que tiene la cualidad de transmitir el sonido. Pues allí me quedé, pegada a sus muros, experimentando y resintiendo. Escuchando. Es gótica, arcos apuntados, con intervención de los maestros portugueses, labrantes de Aruca. Y también los maestros canteros de piedra azul de Arucas. La madre tierra ha parido en esta vieira de isla sus distintos colores de roca, y vamos a ver salpicados en sus canteras los marrones y ocres, los grises y negros, los rojos, los azules y los verdes.
En Telde aprendimos el lenguaje de las campanas, distintos registros de sonidos de su red de campanarios para fijar la hora de riego de cada uno de los agricultores de la heredad. Una proeza, una adaptación al medio, una sabiduría y funcionalidad extraordinarias.
De la flora de sus plazas y jardines decidí traerme un retazo caído al suelo, un souvenir natural de semillas gigantescas en vainas amaderadas muy curiosas, de brachychiton, y otras en forma de boomerang, que formarán parte de mi salón.
En el Mirador de Telde comenzaba la magia para mí: supimos de la sociedad vernácula, del Faycán, de las harimaguadas o sacerdotisas, de los guaires, de las maguadas o las nobles, de las 4 puertas, de lugares sagrados, de las 7 fuentes,…y todos esos nombres-origen y los simbólicos números empezaban a rodearme en espiral,…y las sacerdotisas, las sanadoras, empezaban a cobrar fuerza. Allí estuvo el primer hospital, en la entrecomillada ciudad de las brujas, donde curaban y trataban a enfermos, a veces de enfermedades no conocidas.
Y allí supimos de la lucha canaria, de la nobleza de un deporte vernáculo que no era otra cosa sino entrenamiento para enfrentarse a los invasores. ” Mano al calzón y a la espalda. Y mirada limpia”.
Abandonamos Telde para acceder a la Caldera de Bandama, el único volcán habitado. y supimos de la historia de la casa que se ve en lo más profundo. Y del espectacular campo de golf que se otea desde allí. Tuvimos suerte de poder ver en 360 grados, pues amenazaba un mar de nubes borrascoso que se aproximaba a nuestro siguiente destino: el Roque Nublo. ¡¡ Y tan nublo !! Imposible ver nada. Nos perdimos el emblemático lugar y un chaparrón nos obligaba a cubrirnos como si no hubiera un mañana. No es habitual, pero nos ocurrió. Y comenzamos el descenso de este paisaje de alta montaña, dejando atrás la Caldera de Tejeda, donde todo comenzó hace 14 millones de años, Roque de Bentayga o Roque sagrado de los antiguos canarios y Roque Nublo, el chiringuito de Manolo, pasando por los llanos de Ana López mientras Dalila nos contaba los entresijos de la historia de esta mujer y sus desafíos con la nevería del catedralicio. Es la zona de S. Mateo y los caminos reales, a 1.900 metros de altura, zona visitada por senderistas aficionados a esta actividad.
Tras la comida en Valleseco, una de las pocas pinceladas mediocres de nuestra experiencia en la isla, nos dirigimos a TEROR. Lástima que no fuera 8 de septiembre, celebración de la Fiesta del Pino, donde todos vienen de las distintas zonas y rincones ataviados con sus trajes típicos y traen sus comidas tradicionales. Son famosas las morcillas y los chorizos de Teror, parecidos en textura al chorizo patatero extremeño. Se hacen con almendras, pasas y canela, y se sirve para los niños con arroz blanco.
Allí hay poderío, y no solo me refiero a las familias acaudaladas, a los trabajos de los ebanistas en sus balcones, a la zona de veraneo de clérigos y ricos,…también me refiero al LUGAR DE PODER, donde se concentran conventos de las monjas del Císter y dominicas, donde amenazan las gárgolas de los impuros y donde se dan algunos ejemplares de árboles gigantescos. Dos de ellos están junto a la iglesia, allí resentí vórtice energético, y después supe que entre ellos está la cabecera original de la primera ermita de la Virgen del Pino. ¡¡¡ Acabáramos ¡¡¡ Todo cobra sentido…me recuerda al gigantismo de un olmo plantado en vórtice en el pueblo de Layos, Toledo, junto a su iglesia. Las araucarias enormes de los indianos mostraban su poder, semillas traídas de Chile, y nos recibían a nuestra entrada.
Con respeto, y empapada del segundo chaparrón, entré en la iglesia, envuelta en piedra de cantería azul de Arucas, y cantería tostada de Teror, arcillosa, de donde se da la Laurisilva. Y buscando una columna próxima al altar me aproximé a ella, y apoyándome con las manos y el tercer ojo, medio escondida, me dejé llevar por esa energía maravillosa que entraba en mí a través de la piedra, inundándome de paz…Y en esa corriente, me fui. Entiendo que no estuve demasiado tiempo, pues no quedé descolgada del grupo, pero estoy segura que perdí la noción espacio-tiempo cuando quedé fundida a la roca y al lugar.
Afortunadamente pude encontrar la olivina que buscaba, y me alegro que fuese en Teror porque ya viene cargadita de fuerza y equilibrio. Fuerza verde y equilibrio verde en el cristal de cuarzo olivino, en su estructura ordenada molecular. Ya prepararé la gemoterapia correspondiente para aquellos afortunados que estén destinados a tenerla.
Y las horas de la tarde invitaban a volver a la ciudad, al Hotel, y todavía tuvimos tiempo de visitar el mercado de la zona norte de la Isleta, sus tapas y sus fotografías antiguas.
Nos íbamos a la cama sin saber que el domingo iba a ser un día extraordinario, con una experiencia sin igual.
Domingo 29 de enero. Cuarto día
Una penita traía yo clavada en la programación de este viaje pues se me quedaba descolgada la posibilidad de adentrarme cinco kilómetros en el mar, en una excursión extra para avistar delfines y ballenas. En mi tipo de vida no es fácil esa opción, y tenerlo tan-tan cerquita,…Poderles ver, oir, comunicar…era un sueño.
No perdí tiempo y ya el primer día planteé a nuestro guía y contacto, experto en el manejo de varias operativas, mi intención. Le pedí ayuda para encontrar alguna fórmula. Pero finalmente, no fue posible.
El itinerario de aquel domingo era bajarnos al sur de la isla, a las Dunas de Maspalomas, ver el faro, la charca, y llegarnos a Puerto Rico, para hacernos una corta ruta en catamarán por la costa y llegar al punto turístico más occidental, Mogán. Tras una breve visita a esta pequeña Venecia volveríamos a Las Palmas.
Y todo fue fluido. Pasamos por la Estación Espacial, que nos hizo recordar que estos cielos no están contaminados y permiten un STARLight de lujo para la observacion astronómica. En las dunas entendimos el vulnerable ecosistema y el porqué del uso de plantas como balancones y aulagas; de la charca supimos de su importancia en los viajes de Colón, un agua salitrosa que no se estropeaba. Vimos la raza autóctona de dromedarios, que se llaman Tachos. Supimos del Campeonato Internacional de Windsurf y de los hoteles temáticos. De las desaladoras de la Isla, de los aguacates que saben a almendra, del mango y la manga…ufff,….y un largo etcétera gracias a Dalila.
Y llegamos a Puerto Rico,…ayyyyyy, la empresa que se adentra en el mar, B.B. estaba atracado como vecino, en el flanco izquierdo de nuestro catamarán, por si se me había olvidado, jajaja.
Pero la vida provee. Pasamos los últimos del pasaje, todo el cuerpo central de sillas en la parte superior estaba prácticamente ocupado. Y nos sentamos en cubierta donde pudimos. Pero un bendito cámara se me acercó y me dijo al oído que los mejores sitios estaban libres delante, en el lateral. Y sin dudarlo, como un resorte, me levanté y seguí su propuesta. Allí nos sentamos, junto al capitán, veía su timón a mi izquierda. Y en ese puertito de juguete el capitán comenzó la maniobra de giro para sortear a los vecinos y avanzar de frente hacia Mogán, para poder ver las playas a nuestra derecha, sedimentos en realidad, apodadas “bocas de barranco”, como la playa de Tauro o la de Amadores, conocida como la playa de la tranquilidad, donde están prohibidos los ruidos. Esta zona tiene bandera de la Comunidad Europea por la calidad de sus aguas cristalinas.
Este puñado de sillas que ocupábamos en proa quedaban ajenas a lo que ocurría en el grueso del grupo de turistas, sentados a nuestra espalda. Pero no importaba, yo no tenía ningún interés ni en música ni en animación, me bastaba con sentirme como los protagonistas del Titanic, fundiéndome con la brisa del mar y con el azul del océano. Y entonces ocurrió.
Sentí que me tenía que poner de pie, como si alguien me ordenase, y me quedé pegada a la cabina del capitán, asegurándome que no le quitaba visión. A lo lejos ví un soplido y otro señor calvo que tenía delante sentado, también. Así lo aseguró. Pero fue tan rápido y tan inmediato a la maniobra de giro, recién estrenados, y en pleno puerto, que mi mente lo descartó por imposible.
El animador, que acababa de ponerse una pelota roja en la nariz para empezar su show y dar al play de la música de acompañamiento, también lo vió por sorpresa , y empezó a gritar “¡¡ BALLENA, BALLENA¡¡” y claro, nadie le creyó en absoluto, -no ibas a ser tú el inocente del grupo- … pero como experto marinero tras su disfraz y para que le hicieran caso en su verdad, saltaba y exageraba sus gestos, y…menos le creían. Pero se acercó al capitán por el otro puñado de sillas de la izquierda, le vi de reojo. Ellos se entendían. Y el capitán paró motores.
Todo esto que os estoy contando fueron segundos…. Y delante del barco, rozando el metal, vi el lomo de la ballena. Un lomo oscuro, limpio, que simplemente pasaba sin hundirse, rozando nuestro catamarán. “Es un RORCUAL COMÚN”, dijo seguro, alto y claro. La pelota roja había quedado en un segundo plano, la animación era su profesión postiza. Su gesto era serio, sabía de lo que hablaba, ese marinero rubio de unos 40 años, jovial y bronceado.
Y el cámara que veis conmigo en la foto tuvo que rectificar sus palabras, aquellas que me dijo sonriendo al principio ” Cree quien quiere”, o algo así, pensando que el animador nos estaba tomando el pelo. Pero fue honesto cuando le pedí que revisara la grabación por si habíamos tenido suerte y el momento del “lomo de la ballena” había quedado inmortalizado. Y “Sí, un poco se ve”, fue su comentario.
Se hizo el silencio absoluto, pues nos dijo el animador ” Tiene que salir a respirar”. Claramente, la que contenía el aliento era yo, por nada del mundo me quería perder el espectáculo…El grupo también lo hacía, reinaba el silencio…Norte, Sur, Este, Oeste,…por cualquier lugar y ángulo podía surgir,…Y a medida que pasaban los segundos, y nada ocurría, la mirada del animador, sin pelota en la nariz ya, iba siendo más distante… Y nada ocurrió. Nos quedamos con la miel en los labios.
Me quedo con haber sido testigo del potente soplido a lo lejos, y del roce del lomo de la ballena. Muy poquitos lo vimos. Y quizá haber resentido la comunicación cetácea de esa “orden invisible” que me hizo ponerme firme y de pie junto al capitán. No habría visto nada de no haberlo hecho. El resto de la travesía la hice sentada en modo titanic, sintiendo la brisa en la cara, mi melena libre y un espectáculo de Naturaleza virgen alrededor. A la llegada a Mogán abandonaría la última el catamarán, pues quería preguntar y asegurarme de nuevo del nombre de la ballena y quería preguntarle además mirándole a los ojos para podéroslo contar con seguridad absoluta. Ah¡, y os pongo el cartel de distintos tipos de cetáceos que ellos tienen expuesto en la parte baja del catamarán. El marinero me aseguró sin dudarlo que era un rorcual común, y para mi sorpresa, según wikipedia, ésto leí, y os copio literal ” El rorcual común (Balaenoptera physalus), también llamado ballena de aleta, es una especie de cetáceo misticeto de la familia Balaenopteridae. Es el segundo animal más grande del planeta, solo superado por la ballena azul. Puede llegar a alcanzar una longitud de 27 metros.”. Ahora entiendo porqué tardó tan poco tiempo desde el soplido hasta el lomo, pues con un tamaño digamos mediano, y su propulsión, para él era pan comido venir a saludarnos al barco, jajaja.
La llegada a Mogán la recuerdo amarilla y azul, no daba crédito cuando vi aparecer en la superficie de esas aguas azules un yellow submarine. Es una de las atracciones turísticas que ofrecen para los fondos marinos,..oooooh, cuántas cosas me quedan por experimentarrrrrr,…
Tomamos un aperitivo tranquilo y muy rico, típico de la zona y volvimos a las Palmas hablando de la cementera, las pateras, las plataneras, del Conde de la Vega Grande, del multicultural Vecindario, del aeropuerto, del lenguaje de caracolas y Silvo, de la peligrosa playa de la Laja, del barrio marinero y artesanal de San Cristobal, de las regatas de vela latina, de Lady Harimaguada, del Auditorio Alfredo Kraus, de las guaguas,…ufff, vertiginoso de nuevo, verdad? Pues me quedo con muchos datos en el tintero…Aprendimos mucho, la verdad…
Lunes 30 de enero. Quinto día.
Por fin íbamos a ver una plantación de aloe vera. Estaba muy muy interesada en verlo diseccionar en directo y saber curiosidades. Además visitaríamos pueblos del interior.
Aprendimos que casi todos los aloes son tóxicos y ya sabemos distinguir el que nos interesa. Aprendimos el término deshijar y también qué defensa tiene la planta, que ni siquiera las cabras la muerden, por desagradable. Y sentimos su hidratación inmediata, sus propiedades para nuestra piel y quemaduras solares. Un señor mantuvo durante todo el recorrido un cubito puro de aloe sobre su calva como si fuera un minisombrero, jajaja…
Y tras la compra de algunos compañeros, hablamos en el camino de pecios hundidos y de hangares militares, que haberlos haylos en la isla. Ya estábamos llegando al primer pueblo, AGÜIMES. El único municipio en el siglo XVI. Aquí se usaba el garrote para el salto del pastor, de 3 a 4 metros. Son zonas accidentadas, por lo que se movían por los riscos y en vez de bajar se deslizaban y salvaban los obstáculos. Hay monumento al lagarto, que es endémico.
Los antiguos canarios conservan sus tradiciones, el gofio, la cerámica, los deportes, la elaboración de quesos,…Cerca está el yacimiento de Balos, con su escritura bereber y sus grabados rupestres…ummmmm, sí que me hubiera gustado ir. Algunos de estos símbolos, inscripciones lírico-bereberes les llaman, están representados en el suelo y en los nombres de las calles.
Tuvimos la suerte de conocer a Tina, una amiga de nuestra guía, y nos invitó a su casa. Es la simpatía andante,…su casa es del siglo XVIII y conserva de sus antepasados la mesa de notario y ” la pila”. La pila me impactó. Cuán ingenioso puede llegar a ser el ser humano ante la necesidad. En la isla de Hierro utilizan el árbol sagrado Garoé para el mismo fin.
El agua recogida pasa por un cuenco de piedra que a su vez hidrata a un helecho de la zona, el culantrillo. El helecho a su vez purifica el agua que atraviesa los poros de esa pila cóncava de piedra, y finalmente, gota a gota es recogida debajo en una tinaja de barro con tapadera y orificio, donde se deposita. Al lado cuelga una taza de barro, de uso común, con la que se bebía el agua filtrada y reservada en el interior de dicha tinaja. Imagino que este ingenio sólo estaba reservado a la gente pudiente, quienes se podían permitir adquirirlo.
La Iglesia de San Sebastián tiene el mismo arquitecto que el de la fachada de la catedral en las Palmas. Este barranco donde está situada lleva habitado desde hace 11 millones de años. Rodeado de tabaibas, escobones, pitas,…Hay cuevas de enterramiento colectivo y conejos, cernícalos, cuervos, pájaros canarios y pinzón azul.
Martes 31 de enero. Sexto día.
Para mí, la recuerdo como la ruta del ron y del café. Visitaríamos ARUCAS y la finca de los Berrazales. A dios gracias. Uno de los lugares más bonitos de la isla, con razón la final de Masterchef se celebró allí.
Los aruquenses tienen un curioso sistema de reparto de agua que está catalogado como patrimonio etnográfico. Es la famosa heredad de Arucas y Firga, y sus cantoneras y tornas. Son de estos ingenios donde una imagen vale más que cien palabras. No me sería fácil explicarlo sin la foto, pero la tecnología ayuda, jajaja.
Tiene su famosa fábrica de ron, con el nombre original del lugar. Vimos araucarias. Vimos fincas de plataneras, que llegaban hasta la misma playa,…Aprendimos el término desflorillar, y que por la flor entran las plagas,..y qué plátanos canarios debo escoger según su forma,.. así sabré en el estadio que están… Y algo importante: que los plátanos, además de magnesio y potasio, activan la hormona de la felicidad, la serotonina. Por lo que, si algún día no es tu mejor día,…ya sabes, un plátano te vendrá bien.( me falta aquí el emoticono del guiño).
Y la bodega de los berrazales me enamoró. Es una finca llamada la Laja, bajo un extraordinario cielo estrellado en los pies de los riscos de Tamadaba y bajo centenarios pinares canarios. Lo delicado del cultivo del café arabica , ahora sí que lo voy a valorar. Y me reafirmo en tener desterrado el café torrefacto, aunque es difícil en nuestra sociedad evitarlo…Tuve en mi mano naranjas de un kilo, en la isla es frecuente este peso, también en los mangos. Y bebimos un agua ferrosa, extraña, donde cada cara de los compañeros era un poema,…Y un vino cosechado allí, especial, de cepas de listán negro plantadas y cultivadas de forma artesanal .
Qué tendrán las vetas de hierro, que siempre son protagonistas en mis experiencias,…Algún día iré al Altai, donde hay vetas enormes de hierro y las brújulas dan vueltas descontroladas¡
Y nuestras vacaciones terminaban. A la vuelta de esta excursión fui consciente de la vibración de una isla naciente que los vulcanólogos tienen controlada allí mismo, bajo el mar. Intenté cargar mis pilas, mi cuerpo resonando. Y antes de tomar rumbo al aeropuerto fuimos a despedirnos de la playa de las canteras, aquella que nos había dado la bienvenida. Y otra sorpresa nos aguardaba: te diría que más de cien cabezas de windsurfistas estaban practicando simultáneamente. Miralo tú mismo.
Era tiempo de volver a la península. La isla y sus gentes fueron muy generosos con nosotros, que nos vinimos plenos.Agradecidos a nuestros guías, a Dalila, a Isabelita, en el barranco de Guayadeque, tan precioso, por permitirnos con tanta humildad entrar en su casa, con el bebé en la cuna durmiendo, y también al dueño de la cueva-bar que nos vendió allí ese vino abocado tan exquisito, y su queso artesano. A los conductores, A Tina, por enseñarnos su pila y su casa, a nuestros compañeros, que nos hicieron esas fotos entrañables y nos enseñaron hasta el bar-terraza en el aeropuerto donde puedes ver al aire libre los aterrizajes y despegues de los aviones,… A todos ellos y más, GRACIAS.
Y por cierto, ya tomando pista, y a punto de despegar, decidí que era el momento de hacer mi meditación diaria, de conectar con esta tierra volcánica desde otro plano, al límite entre la tierra y el cielo. Cerré mis ojos. Y cuatro Faycanes gigantes, labrados en piedra, asesores de reyes, nos despedían como embajadores, y les rendí honores inclinando mi cabeza en señal de respeto. Bendita Tierra Atlante.
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