10.- El primer Temazcal y la pantera negra.
Cada uno tenemos un TOTEM, un animal de poder que nos acompaña. El mío es la Pantera Negra, vigorosa, “poder y victoria”, que representa el máximo poder femenino actuando desde lo oculto y misterioso. Así me lo explicó el conductor del Temazcal, el corredor.
El Temazcal es un sitio de purificación, de limpieza, un iglú hecho en tierra, donde la Tierra Madre te recibe en sus entrañas. Cada uno llevamos un proceso, y unas personas viven el temazcal de una manera sencilla, similar a un baño de vapor tipo sauna o hamman, y otros lo experimentamos de una manera muy intensa y reveladora.
Me acicalé para la ocasión con mis piezas de amazonita,- con todas-, y preparé bañador, pareo, chanclas, albornoz y toalla. Me recogía la amiga del corredor, mi amiga y enlace para la experiencia, y me entregaba en destino amadrinándome entre los presentes para el evento. En la casa de adopción, octogonal, dejamos las pertenencias y nos preparamos para el ritual.
Lo primero fue la plegaria chamánica alrededor de un árbol, en un círculo compensado de hombres y mujeres, saludando a los puntos cardinales según iba pronunciando mi amiga-enlace las palabras sagradas. Después de saludar, las mujeres dimos paso al frente y nos adentramos en el siguiente círculo imaginario, formando círculos concéntricos de energía masculina y femenina. Las mujeres danzamos en sentido contrario a las agujas del reloj y los hombres a favor. Mientras, la mujer que encarna el lado femenino, la corredora, bendecía alrededor de nosotros con el fuego purificador de unas hierbas sagradas que se quemaban en un recipiente en sus manos y seguía con algún ritual especial en la entrada de la “cabaña de vapores”, el iglú de tierra, cuya entrada está orientada al Este. Pude verla moviendo también unas plumas sagradas y ofrendando y preparando el lugar. No sé exactamente qué preparativos serían.
A la danza acompañaba el canto. Repetíamos frases que el corredor recitaba. Y cuando estuvimos preparados, pintamos nuestras caras con barro y pasamos al temazcal a gatas, de derecha a izquierda, siguiéndonos los unos a otros y sentándonos alrededor del caldero central que hervía con los hierbas purificadoras: salvia y romero. Quizá alguna más.
Alternados hombres y mujeres para crear el equilibrio energético, recibimos la guía del Corredor en todo momento. Comenzó y explicó lo sagrado del lugar, la limpieza que íbamos a experimentar en el plano físico y etérico y la simbología de la primera puerta, la puerta Este por la que habíamos entrado y que sería el primer punto cardinal del proceso. Nos aguardaban la Norte, la Oeste y la Sur.
Eramos quince. Ya reinaba la oscuridad en el recinto, la percusión del tambor y el acompañamiento de las maracas de semillas. El calor iba en aumento y comenzó la Comunión personal con la Madre Tierra envueltos en el elixir de los vapores. Estaba comodísima en el mecer de esos rítmos. Era sumergirse en la tribu, en las entrañas misteriosas de Gaia y comenzar a vibrar a rítmos distintos de los habituales. Mi latir de corazón cambió.
Pero no todo el mundo se encontraba tan cómodo. Hubo quien se agobió y decidió salir. Yo tenía claro desde el principio que llegaría al final. Disfrutaría la experiencia con la máxima intensidad.
Las botellas de agua nómadas iban y venían. Mi cuerpo empapado por fuera estaba estable por dentro. Súperestable. ¿Ni una gota de agua necesitaba? Era un poco raro. El hombre a mi derecha me explicó que le dolían mucho las rodillas y no sabía lo que iba a aguantar. Le ofrecí y pedí permiso para una imposición de manos y así lo hicimos, imposición de mi mano derecha en su rodilla izquierda, por lo limitante del espacio disposible, y funcionó. Me dijo allí y fuera del temazcal que le alivió. Eso me hace feliz, eso es lo mejor de todo. La sanación y la curación en esas Experiencias TRANS, en esos momentos vivenciales.
Pero no fue el único.
Algunos se fueron marchando progresivamente y el espacio fue algo mayor. Aún así todos permanecíamos sentados con las espaldas apoyadas en la pared cóncava. Llegamos a la Puerta Oeste con la explicación guiada del Corredor y al ir terminando el tiempo concedido al ala Oeste empecé a revolverme.’ No puede ser, pensé’. Estaba tan bien. ¿ Qué me ocurre….?
Experiencia TRANS: la mutación a pantera
Y apareció EL FUEGO. LA PUERTA SUR. LA FUERZA…El destino hizo que yo estuviera sentada exactamente en el SUR del círculo humano que formamos. Y empezó la TRANSformación…Ese malestar comenzó a brotar, a subir por mi garganta y a romper en forma de rugido. De la tercera dimensión pasé a la cuarta y…volé. Hice el TRÁNSito. Estaba en otro plano, los potentes rugidos se oirían en el otro plano. Mis manos adoptaron la posición de garras y saqué pecho y subí la cabeza desafiante. Enseñaba los dientes y arqueando mis brazos clavé las uñas en la pared…Cuánto me alegro que la oscuridad fuese total, debía tener un aspecto surrealista.
La fuerza que sentí era impresionante. Fuerza y Victoria me dijeron hace años. Y ahí estaban. No me daba cuenta que iba a parir de nuevo a la pantera cuando me revolví. Siempre había experimentado la transformación a pantera curando a pacientes , siempre acompañada de mi Maestro Ascendido, nunca en un contexto así. Le llegó el momento de su” limpieza”.
Y de repente, cuando ya estaba limpia y liberada, algo se movió en la oscuridad del Temazcal. Desde enfrente, alguien venía hacia mí físicamente desafiando el reducido espacio que nos quedaba y sorteando el hirviente caldero central. Intuitivamente el corredor, mi amiga-enlace y yo recogimos nuestras piernas para dejar pasar y confundida pensé que venía a sentarse entre mi compañero de la izquierda y yo. Pero no fue así.
Era la Corredora que llegaba a mí, ofreciendo respeto a mis pies, cobijándose en mi ser felino. Nos fundimos. Mis manos transformaron sus garras en manos dulces, sanadoras, que cubrían su cabeza y su nuca. Después ambas se pusieron en su cuarto chakra con decisión y allí permanecieron hasta que el Corredor cerró el periodo concedido a la orientación Sur y volvió la atención a la puerta Este para despedirnos. Mis manos fueron a su cerradura cuatro y soplé aliento divino. Al levantarse besé en corona por permitir y junto al beso iba mi agradecimiento y mi respeto. La corredora volvió a su sitio. Progresivamente y en orden, los participantes fueron saliendo del temazcal una vez que nuestro Corredor cerró el ritual . Pero no todos. Algunos nos quedamos.
Calculo que quedamos una media docena. El Corredor permanecía allí. Yo era consciente que acababa de vivir una Experiencia TRANS y me sentía agónica y demandaba un tiempo extra para mi recuperación. Afortunadamente el espacio era mayor y giré y me recogí tumbada en el suelo en posición fetal. Había estado latiendo a muchísima intensidad y ahora tenía que esperar a que los latidos de mi corazón se acompasasen en fase humana, en 3 D. Todavía no podía hablar, pero sí escuchar a los otros. Y una voz joven y masculina quiso compartir su experiencia dirigiéndose a nuestro corredor.” Me ha pasado algo muy extraño…no sé,.. ¿no habéis oído un rugido como un león?” Alguien apuntaba que igual era una leona. No daba crédito, en mi interior supe que alguien me había oído. ” Es que… era un rugido muy fuerte.” apuntaba el joven.
Y entonces el corredor se dirigió a mí, después de concederme esos minutos de recuperación. ” Ángeles,..qué tal vas?” ” Ya bien, ya he vuelto” contesté. No hay que olvidar que un Corredor de Temazcal es aquel que ve. Seguro que algo vió. Me bromeó y entendí que suavemente me estaba invitando a hablar. A compartir. Y lo hice. Me desnudé. Igual que lo estoy haciendo ahora contigo. Expliqué que me había hecho pantera igual que me ocurre cuando estoy en mi sala con pacientes en camilla y que ahora ya me encontraba en “modo” humano.
“Eres una pantera negra porque actúas desde lo misterioso y lo oculto, pero ésto no tiene ningún matiz negativo, entiéndelo así”. El Corredor me explicaba que su totem era blanco, actuaba desde la luz. Entiendo que hablábamos de la Tradición de la Luna y la Tradición del Sol. Hablamos de cuarzos enterrados estratégicamente en la finca, de su estructura, de la geometría sagrada que se percibe en el lugar, y de la casa octogonal. Y finalmente salimos todos al exterior, cumplida la experiencia. Nos recibió la luz del sol de la tarde y todavía necesité un tiempo yacente, recibiendo sus rayos en mi pecho y la conexión a tierra, respirando y llenando mis pulmones sobre el césped. No estaba sola. Me acompañaba una Atlante que disfrutó del tiempo extra en el temazcal. En esos minutos que estuve tumbada, canalicé en fase REM como últimamente me viene ocurriendo.
Me encaminé a la casa octogonal para ducharme, embarrada y empapada pero renovada, con la piel y los ojos brillantes, sintiendo mi corazón fuerte y seguro. Después supe por mi amiga -enlace que la femenina Corredora le confesó que “sintió” la escena de María de Magdala cuando se acerca a los pies de Jesús y por ello y por tanta luz que había detrás de mí hizo ese gesto. Para mí ha sido una bendición saberlo.
La Luna Rosa del equinoccio de primavera nos acompañaba esa noche de 9 de abril de 2017.
Así la llamaron los primeros nativos americanos en honor a las primeras flores de primavera, inspirados por el color rosado de las flores salvajes.
Mi agradecimiento a los anfitriones
( Volver a Mi libro ” EXPERIENCIAS TRANS “)
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