EXPERIENCIAS TRANS EN CAMILLA
LEVITACIÓN
Este es un caso excepcional para mí, al que le tengo un especial cariño. Era un viernes por la mañana y tomaba café con unas amigas que me habían presentado. Llevaba mis piezas de gemoterapia para que las vieran.
Una de ellas, la mujer-alegría, ese día estaba triste. Nos explicó que habían diagnosticado cáncer de páncreas a un primo suyo, prácticamente un hermano. Aunque él no era de Aranjuez se visitaban con cierta frecuencia, la población era cercana. ” Es para mí, le dije”. Me pidió que le repitiera. ” Siento que es para mí”. Me dijo que lo dudaba, su primo era una persona muy escéptica y todo este mundo energético lo tenía al margen. Ella intentaría hablarle de mí.
El lunes siguiente por la tarde tenía sentado en el sofá de mi casa a su primo con un bombero. Los dos hombres escucharon con mucha atención todas las respuestas que dí a sus preguntas. Calculo que estaríamos más de una hora conversando pues me sentí muy cómoda con estas buenas personas. Bueno, quizá fueron dos, lector.
Simplemente mi intención era explicarle que podía acompañar su tratamiento médico con la disciplina Reiki. Estaría bien que en su ciudad buscara a un terapeuta de reiki para afrontar los primeros envites de la quimio, especialmente la caída del pelo, que por experiencia sé que es un momento crítico para el enferm@. Cuando nos despedimos me pidió que le diera cita, que se ponía en mis manos. Le aconsejé que le convenía mejor alguien en su ciudad, la quimio le iría debilitando y no tendría ánimo de conducir. Pero él era muy rotundo: sería conmigo.
Ha sido mi paciente más escéptico. Poco a poco fuimos conociéndonos y la persona reservada fue dando paso a la persona entrañable que nunca olvidaré. Este es mi homenaje. Por cuestiones de confidencialidad, no podré ya desvelar situaciones que vivimos. Él se negaba a creer y admitir lo evidente. Le comprendo. Pertenecían al mundo de lo sutil.
Cuando ya había superado su primera etapa, el pelo iba creciendo de nuevo y empezaba a ver luz, apareció nuevamente la sombra del cáncer. Siempre fue un valiente y decidió apuntarse a un programa muy arriesgado que le propusieron los doctores. Era jugarse la vida a cara o cruz y estaba dispuesto a jugar la partida. No dilataría más su situación, así lo entendía él. Con el máximo respeto le escuché y lo acepté.
EXPERIENCIA TRANS : LEVITACIÓN
Nuestra última sesión fue memorable. Hasta ahora él no quería “saber” de las cosas extraordinarias que nos habían ido pasando. Luchaba por seguir siendo escéptico.
En plena sesión, todo su cuerpo se elevó en horizontal unos diez centímetros de la camilla y tras unos instantes o minutos ( no te sabría precisar ) se desplomó, cayendo a camilla con una sacudida seca.
Ninguno de los dos dijimos nada, el protocolo seguía. Un rato más tarde su cuerpo nuevamente se volvió a elevar. Yo le veía con mi tercer ojo, mis ojos físicos seguían cerrados, y por segunda vez su cuerpo suspendido en el aire se desplomó, sacudiendo la camilla con la misma intensidad que la primera. Tampoco dijimos nada en esta ocasión y el protocolo continuó sin interrupción hasta que cerramos la sesión.
Sentados frente a frente le dediqué una sonrisa y mi comentario evitando hablar directamente fue: ” Hoy hemos tenido una sesión movidita, no ?” Y él, con unos ojos excepcionalmente grandes y brillantes me cogió el brazo suavemente y sentenció: ” Geles, he levitado”. Me apretó más el brazo y repitió: “! He levitado dos veces ¡” Mantuvimos la mirada y moviendo la cabeza de dije que sí. No había más que hablar. El escepticismo había pasado a otro plano, nos abandonó.
Ha sido la única levitación en estos años.
Ese momento marcaría un antes y un después en nuestras vidas. Él comprendió y experimentó la naturaleza de lo sutil y yo estaba a punto de recibir un valioso regalo unos meses después.
Durante un tiempo no nos vimos. Estaba demasiado débil. De la mano de sus doctores buceó en este nuevo programa y recibió los tratamientos pertinentes. Lamentablemente no consiguió su objetivo y finalmente fue destinado a un hospital de paliativos para sus últimos días.
EL REGALO
En este hospital de tintes religiosos le ofrecieron los servicios de su sacerdote. Él no quería un sacerdote, quería que fueran a buscarme y así lo hicieron. Vinieron a buscarme en coche una hermana y un primo suyo. Cuando llegué al hospital su esposa y sus familiares habían conseguido que los médicos y enfermeras nos permitieran una tregua de un par de horas sin interrupciones. Tendríamos nuestra sesión de reiki.
En intimidad y recogimiento nos preparamos para la que sería nuestra última sesión. Nuestros corazones lo sabían. Íbamos a preparar su viaje en un momento sagrado, íntimo, maestro. Son momentos que sacan lo mejor de mí y de mi paciente. Realmente aparecen los SIGNIFICADOS IMPORTANTES de nuestra vida, lector, no queda tiempo para insignificancias. Lo superficial no tiene cabida. El alma está a punto de volar libre y el viaje lo hacemos con el único equipaje posible: el peso de nuestro corazón.
Al marcharme, siempre voy conteniendo y disimulando el dolor que me produce la despedida, sabedora que he mirado a los ojos por última vez. Pero asumo que es mi misión de vida y respiro profundo sintiendo que éste sí es un trabajo BIEN HECHO. Y en el fondo, un PRIVILEGIO.
Su regalo fue que a mi partida reunió a sus íntimos y les reveló porqué renunció al sacerdote y prefirió que yo viniera: HABÍA LEVITADO DOS VECES conmigo. Lo hizo público, permitiéndome escribir estas líneas y poder llegar a tí en su divulgación. Le agradezco de corazón que lo hiciera. Para mí sigue vivo y en otro plano, lo sé con seguridad…quizá algún día también te lo pueda contar.
Mi profundo agradecimiento a su familia que compartió y me hizo partícipe. Y no quisiera olvidarme de la persona con la que comenzó todo, mi amiga-compañera que me presentó.
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