La Descarga
– El homenaje a una mujer valiente –
” Ángeles, no te has enterado , ¿ verdad ?” Fue lo que escuché al descolgar el teléfono. A pesar de la suavidad de su voz, amenazaba ser una mala noticia.
” N, el marido de S, ha tenido un accidente con la moto, ha sobrevivido unas horas y ha muerto. S está destrozada y no hace más que llamarte. Vamos a ir al entierro.”
Vinieron a buscarme las Florecillas. De mis florecillas aprendo la valentía. Son mujeres hechas a sí mismas, luchadoras: nadie les ha regalado nada. Son un ejemplo para mí de cómo superar los capítulos de la adversidad. Siempre que podemos quedamos en una “Floriada” para disfrutar, mantenernos en contacto y simplemente tomar un café, o a veces para compartir la dureza de algún capítulo de vida. Y así crecemos de la mano las tres.
En el trabajo donde nos conocimos las florecillas éramos tres, pero arropamos a esta cuarta florecilla cuando se incorporó. Y ahora tras las risas compartidas, el apoyo laboral, bodas, nacimientos de hijos,..llegaba lo duro.
Aparcamos en el pueblo. Un pueblo pequeño que bullía de gente entrando y saliendo en una casa cercana a la iglesia. No tuvimos que ni siquiera preguntar, era evidente que allí estaba. Se estaba organizando la comitiva, iban a llevarle directamente a hombros de la casa a la iglesia.
Nos fue imposible acceder a ella, luego nos quedamos junto a la iglesia en uno de los márgenes del pasillo que se formó para recibirles. Y entonces la ví, ví cómo caminaba sin fuerza, sonámbula, de lo que para ella tenía que estar siendo una auténtica pesadilla.
Se ofició la misa con la iglesia rebosante y cuando terminó, la familia se dispuso según la tradición para recibir el pésame cerca del altar. Nos pusimos a la cola. PASO A PASO nos fue llegando el turno de enfrentarnos con sus miradas y participar del dolor y del cariño. Y entonces ocurrió.
EXPERIENCIA TRANS
Nuestros ojos se cruzaron y ella sólo me dijo “¡Ángeles!” y nos abrazamos. La abarqué y nuestros corazones conectaron. Suma la desesperación, el miedo, la negación, la soledad, la rabia, la tristeza,…concéntralo lector en una sola dosis e inyéctalo en vena un segundo. ESO SENTÍ. Una descarga.
Con mano de anciana busqué el auxilio del banco cercano y me senté mareada, desenfocada, aturdida. No comprendía, pero el agudo latigazo había sido monumental e impactante. Acabábamos de COMPARTIR el dolor, el corazón roto. Mis florecillas me rescataron y salimos al aire fresco.
Con los años y la experiencia en camilla soy consciente ahora que puedo experimentar SENTIMIENTOS, EMOCIONES y VIVENCIAS de otras personas, sus momentos de alto voltaje, sus momentos límite.
S y yo compartimos posteriormente el juego de nuestros hijos pequeños, que se igualaban en edad y aspecto. Intercambiamos cartas a la antigua usanza y nos mantuvimos en contacto una temporada más. Puntualmente nos felicitamos las siguientes Navidades y hoy en día estamos separadas en la distancia, pero no en el corazón.
Este es mi homenaje a la cuarta florecilla , que me demostró su valentía en los años posteriores, me demostró la fortaleza y la entereza de una mujer de principios.
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( Volver a Mi libro ” EXPERIENCIAS TRANS “)
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