Ángeles Lozano

Escuela de Minas de Madrid

LA ESCUELA DE MINAS

 

Siempre que he hecho excursión a la Escuela de Minas llevaba una especie de “mandato” en mi cabeza como objetivo. Os contaré tres de los casos: la turmalina sandía, el cuarzo catedral y  las piedras moqui.

La Escuela por sí misma bien vale una visita a Madrid.

El edificio histórico es precioso. El patio y sus galerías reciben la luz por su cúpula de cristal. Y además puedes visitar la mina auténtica que yace bajo ella.

Pero en mi caso, su atractivo son los tesoros que despliega cada primer domingo de mes. Los tesoros tienen distinta procedencia del mundo y para mí es una farmacia gigantesca, todo tipo de remedios a mi alcance, terapéuticos y espectaculares. Las entrañas de Gaia a mi disposición.

Formé mi botiquín con varias de estas visitas. Os cuento el primer caso…

TURMALINA SANDÍA

Ese día entré en el patio con mi grupo sintiendo el mismo respeto reverencial que siempre me sobrecoge al pasar. Pero fui “succionada” hacia la izquierda, creo que hasta el tercer puesto. Perdí al grupo.

Allí estaban en conversación dos hombres y descaradamente me quedé pegada a uno de ellos. Digo ridículamente pegada a uno de ellos porque el puesto era grande, estábamos solos y había espacio suficiente para no invadir a nadie. Pero esa fuerza me mantenía firme. -Tenía que escuchar la conversación- . Sentía vergüenza, pero fueron tan educados que me permitieron escuchar cómo hablaban de un tercero que ambos conocían.

Los dos debían ser profesores de la Escuela de Minas. Uno de ellos, el vendedor de ese puesto,  tenía un importante cargo en la escuela. Más tarde me enteré por su nombre, escrito en la tarjeta que me entregó. Y el otro era un señor bonachón, voluptuoso, que rezumaba autoridad, parecía un sabio.

Y ahí estaba yo, indiscreta, empapándome de lo que hablaban de este tercero. Era un tipo afortunado que había tenido la suerte de entrar y visitar una mina insignia en Afganistán, prácticamente inaccesible por las condiciones políticas y por los permisos requeridos. Pero que gracias a unos contactos claves e influenciables, él había conseguido traer tan exquisito material. Se felicitaron por ello, se despidieron cordialmente, y el señor sabio se marchó dejándome a solas con el vendedor.

Con una sonrisa se dirigió a mí preguntándome qué necesitaba. ” Vengo buscando turmalina sandía” fue mi respuesta. “ Pues sí, tengo ahora. Precisamente me las acaban de traer de Afganistán“. Con estupor caí en la cuenta que ese material, esas minas, y ese tercero, estaban relacionadas con el “mandato” de esa visita.

“Pero esta turmalina está invertida” me explicó. “La parte oscura está precisamente en el centro. Voy a por ellas” Y vino con una bolsa de plástico transparente y pequeña, de las que cierran herméticas. Volcó la bolsa de pequeñas turmalinas en su palma y me mostró orgulloso las piezas. ¿ Cuál te gusta?

EXPERIENCIA TRANS

“Prefiero la que ha quedado en la bolsa” me sorprendí diciendo. Me miró con mirada interrogante, incrédulo, y buscó la bolsa que había desechado minutos antes. Allí estaba la elegida. Al cogerla, exclamó: ” !Pero si ésta es la mejor ¡”. El vendedor destiló humanidad en su pregunta directa: ” ¿ Esta pieza va a ser para sanar ?¿ Te dedicas tú a ello ?… ”  Afirmé con la cabeza.” ¿ Cuánto cuesta ? ” le pregunté.

Yo la necesitaba y la quería, era un “mandato”, pero no podía permitirme un alto precio, aunque algunas sé que lo tienen. Sacó una minibáscula y ajustó un dispositivo en su ojo para examinarla. Sólo le faltaban guantes blancos. Seguramente sería la pieza más exclusiva que había comprado nunca, o al menos así me lo hizo sentir. Contuve el aliento y me propuso un precio más que razonable. Ya era mía.

Sinceramente creo que me pidió el precio de costo y que prácticamente me la regaló. Me escribió en la tarjeta el nombre de la famosa mina y también el suyo cuando se lo pedí. Y tan contenta me fui a buscar a mi gente.

EL CUARZO CATEDRAL

Aquel día viajaba con una prima y una tía muy afines y muy cercanas a mí. Les advertí en el tren que nos separaríamos antes de llegar a la Escuela de Minas, pues tenía que recoger unas piezas antes y ellas se encargarían de buscarme el “mandato” que bullía en mi cabeza. Tenía que ser un cuarzo catedral pequeño, que cupiera en mi mano al cerrarla. No era objetivo fácil, pues los catedral son piezas grandes en general. Cuando ellas llegaran acabarían de abrir y sería más fácil poder ir localizándolos en los distintos puestos .

Cuando quise llegar, la cantidad de gente era impresionante. Me subí al primer piso para ser vista en la Galería cuando les avisara por teléfono.

Me dieron novedades. Habían localizado sólo dos, a pesar de filtrar puesto por puesto. Uno era grande y el otro le tenían reservado. El señor amablemente lo había apartado hasta que yo decidiese si era mi compra.

EXPERIENCIA TRANS

Encabezaba nuestra pequeña expedición entre la marabunta de gentes la más veterana, mi tía, que recordaba la cara del señor y la ubicación exacta. A la zaga íbamos juntas mi prima y yo. Y entonces ocurrió.

ME QUEDÉ ANCLADA EN EL SUELO. Como si de un superimán se tratara. No entendía, me había pegado literalmente. Las gentes iban y venían sorteándome en oleadas, y nos comenzaron a separar. Yo seguía allí, inútil intentar mover ni un pié. Afortunadamente mi prima se giró a buscarme y empecé a hacerle gestos en mi desesperación. Ví aliviada que venía a mi encuentro y le expliqué qué me ocurría. Entonces oímos  a nuestra tía, nos llamaba, venía hacia nosotras acompañada del señor. Él por dentro del puesto, ella por fuera. Era un puesto muy largo, ambos venían del extremo contrario. Y justo a mi altura, frente a mí, paró el señor y cogió una caja. Inmediatamente me desanclé, fui hacia él, y sonriendo me mostró el cuarzo catedral-yacaré. Lo compré. Era lo que buscaba.

Ya teníamos el cuarzo catedral, gracias a ellas, que más que mi familia, parecen mis ángeles de la guarda.

PIEDRAS BOJI –  PIEDRAS MOQUI

No son exactamente lo mismo, pero las boji son más difíciles de conseguir que las moqui. Me conformaría con conseguir alguna de ellas.

En ese viaje ese era el “mandato”, y nuevamente repetíamos en Minas las tres Marías.

Buscamos selectivamente por los puestos lo que concretamente íbamos buscando para no salirnos de presupuesto. Finalmente encontré una venta de Moqui. El puesto tenía una división en ´cajones´ y concretamente el cajón de mis piedras estaba ocupado. Una mujer lo acaparaba completamente haciendo unos movimientos extraños y contínuos: cogía-dejaba, cogía-dejaba, cogía y dejaba piedras. Me puse a su lado en espera de que terminase  y pregunté al vendedor si además de moqui, tenía boji.

Eclipsó la explicación del vendedor. Sólo pudo decirme el pobre hombre que boji no tenía y ya lo siguiente fue TODO ELLA. Estaba cara a cara con una completa desconocida, japonesa, que me hablaba en perfecto español, vomitándome toda la información como si el tiempo apremiara para todo lo que tenía que decir o hacer.

  • Que las piedras se componen de una masa de arena comprimida en el interior recubierta de una capa de hierro o hematita.
  • Que el principal yacimiento de piedras de Moqui o Boji se encuentran en el suroeste de los Estados Unidos, principalmente en el estado de Utah.
  •  Que  las piedras Moqui son bolas que según algunos científicos se formaron hace 190 millones de años durante el Jurásico, cuando la zona estaba cubierta por el mar.
  • Que también son llamadas piedras Navajo, por  la tribu Americana.
  • Que los indígenas Anazazis, Hopi y Zuñi  ya las conocían y las utilizaban como piedras esotéricas, creían que venían del espacio.
  • Que pensaban que eran piedras mágicas y energéticas y  les atribuían valores energéticos para poderse comunicar con los espíritus y la    energía del cosmos.
  • Que tienen una ligera carga magnética que se cree estimula el Chi. Van asociadas en pares. Yin y yang.
  • Que los Chamanes las utilizaban para contactar con totems, los espíritus animales del individuo, los antepasados muertos, para obtener guía, equilibrar las energías, conectando con la madre tierra, facilitar la meditación, los viajes astrales, enfrentarse al miedo a la muerte, …
  • Que Las piedras  Moqui son excelentes para hacernos tener los pies en el suelo y ver las cosas desde un punto de vista práctico.
  • Que estas piedras tiene la cualidad de devolvernos a la realidad después de realizar trabajos espirituales.

(…)

Muchísimo me explicó. Estaba desbordada con toda la información, imposible retenerla por completo. Sus ojos y los míos extrañamente se fusionaban, era como que tenía la  responsabilidad de que todo tenía que quedarme muy claro, esa impresión daba. Y girando su cuerpo, autómatamente, volvió a su cajón, cojo-dejo, cojo-dejo,…y con sorpresa ví que delicadamente dejaba paralelamente a mí, y sin mirarme, una piedra en mi cajón.

La cogí con una mano y se “despegaba” y la pasé a la otra. Y entonces sentí el ´click´. Se ajustó. Y la japonesa soltó otra distinta en mi cajón. La cogí con la mano libre pero no,..se despegaba. No servía. La japonesa me dejó una más. Probé y esta vez sentí el doble click. Y con las manos cerradas, con mis moquis en mis puños, la japonesa , que estaba a mi izquierda, me explicó satisfecha que ya las tenía, un macho y una hembra. Funcionan por pares, las achatadas los machos y las redondeadas las hembras. Trabajan juntas para el equilibrio, me dijo.

 EXPERIENCIA TRANS

Tan sólo giré la cabeza un instante hacia la derecha para tener una mirada cómplice con mi tía que estaba a mi lado derecho, junto a mí. ¡Era todo tan extraño y desconcertante¡ Ni tan siquiera el cuerpo moví. Cuando giré de nuevo la cabeza hacia la japonesa, YA NO ESTABA. Busqué alrededor en panorámica, imposible que se hubiera ido. Pero se había esfumado.

Y ante mi perplejidad, de nuevo me giré hacia mi tía y ésta me comentó: ” Esa japonesa,…parece como si SOLO hubiera estado ahí para hablarte a tí, verdad ?” Sí, le repliqué, qué raro, qué raro ha sido,..Me quedé descolocada.

Esa japonesa apenas gesticulaba, era una humana pero un tanto robótica. Os muestro las auténticas moqui que la japonesa me seleccionó. Posteriormente he comprado otros pares a amigos, puedo sentir los “cliks”. Ahora soy yo la que selecciona y compra para otros con mucha ilusión.

Éste es en la actualidad mi botiquín. Faltan piezas, están prestadas, haciendo la función para la que fueron designadas.

( Volver a Mi libro ” EXPERIENCIAS TRANS “)

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