Ángeles Lozano

El rincón de la Plaza de Toros

Un enigmático rincón

El trazado de la Villa de Aranjuez no es azaroso. Mientras en Madrid tenía la corte administrativa y en el Escorial, el retiro espiritual, el rey Felipe II buscó en estos suelos un retiro placentero y esotérico, quería hacer aquí el Cielo en la Tierra, . Y lo trabajó a conciencia. A lo largo de estos años voy conociendo y descubriendo esta planificación con verdadero asombro.

Distintas calles céntricas convergen en nuestra representativa plaza de toros. Desde la infancia había participado en los populares encierros y verbenas,  y por tanto, conocía sus instalaciones.

Pero no fue hasta el 30 de mayo de ese 2014 cuando supe realmente qué más ofrecía este icónico monumento. Fui invitada y acompañada por dos de mis familiares a la única corrida de toros a la que he asistido. Un caballo quedó herido y cuando el espectáculo concluyó, salimos para ver cómo  los aficionados pedían autógrafos a los toreros y a interesarnos por el caballo.

No conozco los términos taurinos para describiros dónde ocurrió, pero intentaré explicarme con palabras llanas. Si consideramos la plaza como una circunferencia, ésta tiene un callejón exterior que abarca todo su perímetro. Al estar asfaltado, normalmente está abierto al tráfico y puedes transitar con tu vehículo y rodearla. Para la ocasión se había cortado la mitad trasera del perímetro, de manera que se utilizaría de forma peatonal, tanto para faenas taurinas auxiliares como para el desalojo del público asistente al evento.

Esta antigua fotografía muestra al fondo la zona a la que me voy a referir. Justo donde deja de verse la plaza. Mi entrada reza ” SOL- Puerta 7- andanada 2 delantera ” y cuando desalojamos, esa fue la zona donde fuimos a parar. Al rincón. Y digo fuimos , pero debería decir fui.

EXPERIENCIA TRANS

Perdí a mis familiares. Me ví en un callejón abarrotado de gente, una algarabía de aficionados que esperaban ilusionados a que apareciera durante escasos instantes su torero favorito , pugnando por conseguir al lado de su furgón un valioso autógrafo . Estaba acostumbrada a estas escenas con cantantes y sus fans, pero descubría en ese momento que también ocurría en este mundo. Y apareció el famoso, fugazmente firmó un par de autógrafos y se metió rápidamente en su furgón, custodiado al menos por un par de guardaespaldas taurinos. La salida del vehículo era inminente.

– Y entonces sucedió-

La escena se paralizó. Me dí cuenta porque el furgón no salía y enfrente de mí tenía a un señor que me señalaba unas gafas negras justo delante del morro del furgón. El señor, las gafas del suelo, y yo. Como el señor insistía en señalarlas y yo nunca uso gafas, pensé al principio que no era a mí, y miré a las personas de mi derecha y de mi izquierda, buscando su dueño. Pero no había “reacciones” y cuando volví mi cabeza al frente, le tenía delante, a dos palmos. Ya no estaban en el suelo, estaban en su mano. Y me decía que las cogiera, pero no usaba palabras. Ese señor bajito, normalmente vestido, de mediana edad, moreno,..me hablaba telepático. Y sin palabras yo también le decía que no. Y negaba con la cabeza, echando el cuerpo un poco hacia atrás. Sólo un poco, pues mis pies estaban extrañamente anclados en el suelo y no  respondían a mis órdenes. Y me dijo de nuevo que las cogiera, pero esta vez con tal firmeza y a la vez ruego, ” por favor ” me añadió, que fui incapaz de negarme, a pesar de sentir que esas gafas tenían un DOLOR inmenso, dolor de la muerte de los toros, dolor de la muerte de los toreros, dolor y angustia de las mujeres de estos toreros que  quedan en espera, madres , esposas,..esas gafas en mi mano desgarraban el alma.

Y también era llamativo que no había ruido. El silencio lo invadía todo. Se había quitado el “volúmen”. Ahora lo sé. Había atravesado una frontera dimensional, el espacio-tiempo era otro. El tiempo se me estaba estirando, se ralentizaba ajeno a mí, y se creaba una burbuja de tiempo suficiente para que este señor y yo pudiéramos vivir esta escena y esta comunicación. Cuando yo acepté y me convertí en depositaria de esas gafas pequeñas, negras, auténticas rayban, de mujer,..¡¡ plof !!… la burbuja-tiempo se explotó y volvimos bruscamente a la realidad, bueno, debiera decir volví, porque el furgón salió disparado y expectante ansié ver al señor, pero allí no estaba. Eso sí, las gafas estaban en mi mano.

-Todavía las tengo-

Aturdida, no era consciente todavía de la TRANScendencia del suceso. Ese espacio que yo pisaba era multidimensional, es un área especial que permite a psíquicos traspasar el umbral y conocer dimensiones paralelas, o quizá debiera mejor decir yuxtapuestas. Es otra realidad. Esta información me llegó años después. En mi entorno directo tengo una persona  que percibe esos puntos “calientes”. Y en Aranjuez, os aseguro que no es el único. Pero en concreto, toda la zona que os muestro en la fotografía, tiene esa vibración especial. Últimamente cuando atravieso ese tramo conduciendo, mis ojos entran en semifase REM, captan una frecuencia distinta.

Una vez de vuelta a la tercera dimensión, espacio y tiempo normales, oí unas voces familiares que me llamaban. Estaban a una cierta distancia, en lo alto, suficiente pero no excesiva distancia para poder reconocernos. Y subí la cuesta hacia ellos, guardando las gafas silenciosamente en mi bolso, intentando asumir qué me acababa de pasar. Cuando nos encontramos, ni tan siquiera tenía fuerzas para comentar lo ocurrido y lo dejé pasar. Buscamos al caballo herido y por el azar de la vida, terminamos haciéndonos una foto en exclusiva con un reconocido maestro del toreo dentro de la plaza, en la arena.

Pero la historia de las gafas no terminó aquí. Esas gafas tenían que “limpiarse”.

Los objetos pueden limpiarse energéticamente de distintas formas : a la luz de la luna, con los latidos del corazón, …Con estas gafas yo era incapaz de conseguirlo, no tenía la suficiente fuerza. Entonces decidí llevármelas a la siguiente convocatoria de curso de reiki que tuviera en mi Centro. Allí, con la ayuda de mis compañeros y maestros de Madrid, podría hacerlo. Pedí permiso a mi shifú y coloqué esta pieza inusual en el Centro de la Rueda energética que formamos las personas convocadas, sentadas en círculo. Puse con mimo en el suelo, en el centro de la reunión, un rectángulo de gomaeva blanco , pequeño como la palma de una mano, con un par de cristales de cuarzo para cargar, en concreto mi cuarzo yacaré y una punta de amatista. Las gafas las puse al lado, pero aparte, directamente en el suelo oscuro. Y nos dispusimos a empezar la práctica uniendo nuestras manos.

Pero hubo una interrupción. Alguien salió del círculo con un cuarzo personal que situó con los míos. Cuando volvió a su sitio, nuestra shifú hizo intención de reanudar nuestra práctica. Pero alguien más volvió a interrumpir. La tensión crecía. Empezaron a quitarse los anillos y otros objetos personales pequeños y lo que antes no era nada, se estaba convirtiendo en un montículo y amalgama de piezas. Mi shifú me miraba, pues” casualmente” estaba frente a mí, e hizo una respiración profunda. Cuando todo parecía que volvía a estar en orden, vino la oleada de gafas. Una amiga a mi lado me susurró ” la estás liando parda”. Pero en verdad, no había hecho nada. Sólo inocentemente y de la manera más discreta había puesto a limpiar tres piezas. La imagen era surrealista. Las gafas de vista de mis compañeros se amontonaban en el pequeño y ya ridículo rectángulo blanco, como si fueran malabaristas. Y con una última y cómplice mirada sostenida, mi maestra pronunció la palabra clave, cerrando esta inexplicable reacción en cadena: ” Comenzamos” dijo.

Durante esa práctica yo entré en un determinado momento en fase REM, de manera que cuando pude abrir los ojos, el ejercicio había terminado y todas las pertenencias, anillos, gargantillas, cadenas y gafas estaban ya con sus correspondientes propietarios. Recogí los cuarzos y las gafas negras, que ya sentí limpias, y nos marchamos todos a comer.

No volvimos a hablar de aquello.

( Volver a Mi libro ” EXPERIENCIAS TRANS “)

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