Ángeles Lozano

2_Thailandia viajes con mayúscula

Thailandia, el reino de Siam. Viajes con MAYÚSCULA

SEGUNDA PARTE

Vista desde el autobús de Lolo y los monos
Lopbury en pandemia

Día 4. AYUTTHAYA -LOPBURY -PHITSANULOK ( 326 km )

Domingo 23 de junio. Una vez desayunados y con nuestras maletas de cinta amarilla en el autobús, partíamos con una ruta por delante de 326 kilómetros. Yo este día estaba preocupada por tema de salud de algunos compañeros con estreñimiento y por el tema de los monos.

Pero en una de las explicaciones de nuestra guía local con respecto a los elefantes,  nos dijo que necesitan 250 litros de agua diarios y que el estreñimiento es un problema serio para ellos, puede incluso matarles. Una solución en Tailandia es darles pulpa de tamarindo y eso les regula. Y se me hizo de día. Si el tamarindo funciona para elefantes, seguro que funciona para humanos en la proporción correcta, pensé. Dicho y hecho. A la primera ocasión que pudimos entrar en una tienda 7eleven por carretera, allí estaba el preparado de tamarindo esperándonos en la zona medical. Y funcionó de maravilla.

Visitábamos ese día el parque arqueológico de Ayutthaya, con sus templos más representativos. A la llegada al Wat Chaiwathanaram ( te irás acostumbrando a los nombrecitos, jajaja) ví lo que parecían tiendas de disfraces, con maniquíes expuestos fuera de los escaparates. Pero no eran disfraces, eran ropas de lujo que se alquilan para pasar al templo. Y vimos a muchos locales alquilando sus trajes, hombres, mujeres y niños.

Pusimos rumbo a Lopburi, al Templo de los monos, Prang Sam Yod, y yo tenía claro que no iba a bajar del autobús a la pagoda sagrada. Mi intuición me decía que yo no bajase. Y no lo hice. Fui de las pocas personas que quedaron dentro. Están sueltos por las calles, las carreteras, los templos y las vías del tren. Pese a la advertencia en español por nuestra guía de no darles comida, Lolo se acercó a ellos tirándoles comida y comenzaron a acudir. Como pude le avisé que cerrara la puerta, sólo faltaba que subieran al autobús y se formase un caos. Son súper rápidos y especialistas en los robos de gafas, gorras y gadgets. Los edificios de alrededor, tanto oficinas como locales y casas, han tenido que ser abandonados por sus dueños. Algunos locales cuentan con peluches tamaño natural disuasorios, especialmente cocodrilos y tigres de Bengala.

Se están convirtiendo en una adorada plaga, especialmente en pandemia, cuando las gentes no podían salir a alimentarles  y procrearon por doquier. A los machos alfas se los han llevado, dicen que quedan los más amables. Al grupo no le pasó nada, afortunadamente ni un rasguño.

Abandonar Lopburi para mí fue un alivio. Y contenta ya, admiraba los arrozales, las casetas de venta, los pequeños pueblos, los altares con ofrendas en los campos,…Nuestra guía nos hablaba de historia, de simbología de los animales sagrados como la vaca, los gallos de pelea significando victoria, y las águilas como símbolo en las banderas.

Tomamos el almuerzo de camino en un restaurante local de preciosas aguas azules. El buffet era  bastante modesto, pero probablemente este zumo de piña sea el más delicioso que he tomado en mi vida. También tuvimos ocasión de probar un dulce típico del país que se hace con harina de arroz y con leche de coco. Viene en dos porcelanas pequeñas envueltas en una fibra vegetal, y el señor que nos lo trajo lo hacía con una cara de intensa satisfacción, como si nos trajera un tesoro. Estaba bastante rico, y es uno de los pocos dulces elaborados y tradicionales que hemos tenido en todo el viaje. Las frutas tropicales estaban buenísimas, y la mandarina engañaba por su aspecto exterior verdoso: era jugosa y dulce en su interior.

De camino, nuestra pequeña golondrina nos enseñó productos naturales que se cosechan y que tienen aplicaciones culinarias y fitoterapéuticas. A mí me interesaba muchísimo, pues ya sabéis que soy una fan de los aceites esenciales terapéuticos y que los llevo en mi botiquín de viaje. Se trataba de la bergamota y de la yerbalimón. Dos de mis favoritas, precisamente. Son muy efectivas a nivel físico y emocional.

Finalmente llegábamos a esta capital secundaria, PHITSANULOK, situada en el centro geográfico del país , que hacía de frontera y retención como fortaleza de Suthokai, cuando ésta fue capital del reino.

Me aguardaba una sorpresa: al lado de nuestro hotel TOP LAND había un templo y  llegamos a tiempo de la liturgia. Se llama el WAT MAHATHAT de Phitsanulok. El Templo de la Gran Reliquia de Buda. Podríamos escuchar a los monjes y los fieles cantando los mantras en lengua antigua, en pali, como nuestro latín para nosotros. Toda una experiencia espiritual para mí. Con respeto y sin zapatos, entramos con las indicaciones y los valiosos consejos que nuestra guía nos había dado. Y sencillamente fui envolviéndome en el sonido repetitivo de los cánticos y volé en aquel ambiente anaranjado sagrado y maravilloso.

Una vez terminada la ceremonia volvimos andando al hotel. Las maletas ya estarían distribuidas en las habitaciones. Era hora de cenar en el buffet del hotel. Me vi buscando el conocido Mango sticky Rice, no quería perdérmelo.

Aunque cansados, nos resistíamos a irnos a la cama, por lo que el bar del hotel nos supuso una buena opción a unos cuántos de nosotros. En vez de copa, se me ocurrió pedir un café con leche, y por carambola descubrí una de las peticiones de moda en el país. El café latte. Al día siguiente íbamos a saber todas las curiosidades por nuestra guía, y así os lo contaré a vosotros, viajeros potenciales, o a vosotros, aquellos que físicamente no podéis desplazaros por circunstancias varias, y que me decís que viajáis y disfrutáis a mis lomos con mi relato y mis fotografías. Yo encantada y feliz de poder contribuir.

En la ruta del día siguiente, en la parada obligatoria del pintoresco Lago Phayao, tendríamos ocasión de comer y degustar una gastronomía diferente, especialmente el café latte.

Día 5. PHITSANULOK – SUKHOTAI – CHIANG RAI ( 510 km )

Lunes 24 de junio. Sabíamos que iba a ser el día más exigente, al menos teniendo en cuenta los kilómetros terrestres que teníamos que cubrir por carretera. Madrugamos, desayunamos y salimos con nuestro equipaje hacia el norte del país a las 7:30 horas, y llegamos a nuestro destino final a las 20:30 h. Fueron 13 horas de viaje, pero dormíamos en ruta y estábamos mentalizados de vivir estos nueve días con intensidad. Hoy montaríamos en bici.

Hoy salgo con dos coletas como Pipi calzaslargas, jajaja. No me mentalizo que voy a cumplir 60 años, es que me da igual. Primero visitaremos en Phitsanulok las ruinas del WAT PHRA SRI RATANA MAHAT THAT ( facilito de pronunciar, jajaja) y luego haremos un paseo en bicicleta por el parque histórico de Sukhotai, la segunda capital. En estos llanos jardines hay ruinas, preciosos lagos con flores y uno de los iconos más importantes de la zona: el Gran Buda Blanco de Wat Sri Chum, el templo del árbol sagrado. Me he traído algunas hojas recogidas del suelo; digo del suelo, porque al ser sagrado no se le puede arrancar ninguna. Y de las hojas secas, símbolo del corazón, se hacen verdaderas obras de arte. El ficus religiosa tiene su nombre del árbol donde Buda había meditado y alcanzado la iluminación.

Estábamos teniendo mucha suerte con los monzones, no teníamos el calor directo del sol y no nos llovía. Todo un lujo.

Hoy comeríamos tarde, por lo que degustamos en el autobús unas deliciosas galletas típicas de la zona, de cacahuete y leche de coco. Muy crunchy. Me quedé con la etiqueta,..qué ilusa. No entiendo ni jota. Sólo www.lausin200.com

En la comida del restaurante local el postre de coco venía servido dentro de la hoja de una planta, muy artístico, y con una grapa para sujetarlo. Atravesamos campos de arroz planos y vislumbramos las primeras montañas. Llegábamos a una población con ambiente universitario, con muchas motos y gente muy joven.

La parada técnica estaba en el precioso Lago Phayao. Probamos los crujientes de gusano y saltamontes, que saben a pipas tijuana, mientras nos preparaban cuatro artísticos cafés latte. La tradición es el té. El café es algo novedoso, de lujo, y a falta de leche de vaca los sirven con leche de coco. Riquísimos. La decoración en cacao va como top, y todos los cafés son distintos, parecen a golpe de pincel. Es una decoración efímera, muy original y que captamos para que la vierais. Los sirven bastante rápido sorprendentemente.

Llegábamos al atardecer al Templo del Buda azul, WAT RONG SUEAN TEN, espectacular el efecto. Los monjes estaban aspirando las alfombras y nos dejaron a nuestro aire, cosa que agradecimos. Y tras algunas fotos, apagaron las luces.

Y finalmente llegamos a los bungalows del Hotel PHOWADOL en Chiang Rai. Una pasada de lugar. Cuando abrías la puerta de tu bungalow tenías a tus pies un lago de flores de loto. El inconveniente es que tienes flora y pequeña fauna que te rodea y a veces visita la habitación. De ahí la protección de mosquitos y equivalentes que te recomiendo llevar. La ventaja es que parece que estás en el paraíso, habitaciones espaciosas, muebles de teca, cortesías en las colchas y en los baños. Todo en la vida tiene un yin y un yang. Cenamos y disfrutamos de nuestro alojamiento y entorno. Habitación 601. Buenas noches.

Día 6. CHIANG RAI – TRIÁNGULO DE ORO – CHIANG MAI ( 176 km )

Martes 25 de junio.Salimos de ruta a las 7:00 h de la mañana, ya desayunados. Nos recogían las maletas de las puertas de los bungalows a las 6:30h. Aunque parezca increíble, nadie se durmió en los distintos días, y nadie falló en horarios. La logística funcionó de maravilla, el grupo en ese sentido era muy compacto, estaba en la misma onda. Y eso da muchas ventajas. Te diría que todo son ventajas, porque optimizábamos el tiempo. Habrá quien al leerme le parezca un turismo vertiginoso, itinerante, programado, y sea partidario de otro tipo de turismo, más libre, más espaciado, más remanente, que es igual de válido que el nuestro y que yo he practicado en otras etapas de mi vida. Pero en esta ocasión nos apetecía un turismo intenso, cañero, una Tailandia nutritiva, y en éso estabamos. Hoy llegaríamos a lo más profundo del país, a la frontera Norte, al poderoso río Mekong, a la ruta del opio. Visitaríamos el fulminante Templo Blanco, el Gaudí Tailandés, y por la noche tendríamos una cena kantoke típica, con danzas antiguas de los pueblos norteños.

Nos habíamos librado de la lluvia los días anteriores, pero ya salimos del hotel amenazando lluvia. Aunque ya no correspondía la visita, bajamos unos minutos para ver el Templo Azul de día y tener una percepción distinta de los detalles. Particularmente me impresionó y gustó muchísimo más por la noche. Según nos dirigíamos al norte, las nubes y las aguas hicieron acto de presencia.

El triángulo tiene su aquel, confluencia de Myanmar (Birmania), Laos y Tailandia. Destila Historia y mentalidad fronteriza por el paso de distintos pueblos. A golpe de vista, desde las orillas tailandesas, puedes entender lo difícil que les debió resultar a los antiguos pobladores llegar de unas orillas a las otras. Debía ser una verdadera hazaña. Los pesados barcos que hoy las atraviesan casi te parecen indefensos barcos de papel. La fuerza de la naturaleza en estas aguas teñidas de marrón debe ser destructiva.

Enfrente, el actual Laos está creciendo exponencialmente por el dinero chino invertido para crear casinos. Por tanto, en este nudo se encuentra el binomio juego-opio. Nos habían recomendado visitar el curioso Museo del Opio, y este pequeño lugar te muestra todo un mundo desconocido para nosotros, ignorantes de su cultivo, recolección, tráfico y usos. Puedes ver desde las distintas herramientas para los distintos pasos de sangrado y recogida de la sustancia, hasta las distintas pesadas metálicas con formas de animales para su venta. Desde las curiosas formas de las esterillas para mantener al consumidor caliente, hasta las pipas y envases para su traslado y consumo.

La impresionante escalinata de dos dragones de cinco cabezas conducía a un pequeño templo y un mirador que valía la pena. No teníamos mucho tiempo para la visita, pero el ejercicio nos hizo bien. ¡Y las vistas!

Salíamos de camino y en estos paréntesis algunos aprovechábamos para dormir y otras veces para escuchar a nuestra guía local, la pequeña golondrina, que nos ilustraba con su saber. Buda estuvo 6 años meditándose y nos explicó lo que significaban los caracolillos del pelo en las imágenes de Buda, y también el significado de las cabezas rapadas de los monjes. Los caracolillos son los problemas que nos rodean a todos; ellos se rapan como primer paso para la liberación. También supimos de las distintas posturas según el día de la semana: postura victoriosa, postura de paz, postura de meditación,..Como yo nací en jueves, me corresponde postura de meditación. Eso aprendí. También de animales mitológicos aprendimos, como la Naga- serpiente y la Garuda-ave, que veríamos representadas en tantos templos. El hinduismo y el budismo las interpretan de distinto modo.

Y en Chiang Rai llegábamos a WAT RONG KHUN, el llamado Templo Blanco. Rebosante de turistas, nos obligaban por su fragilidad a pasar de uno en uno por el puente de acceso, a no parar para la codiciada foto, y a no tocar nada, pues no dejas de asombrarte en esta recreación de Sala de reuniones. Diríamos que es un templo falso, una creación monumental de un artista enriquecido y muy cotizado que ha hecho este complejo y sala a su capricho. Blanco y cristal lo bañan todo. Al pasar a la sala, vuélvete, pues a tu espalda quedan unas paredes decoradas con pinturas de Superman, Doraimon, Michael Jackson,…y algunos más que no te quiero desvelar, pero que te da el alcance prosaico de esta construcción imaginada en la pura ilusión, una mezcla oriental contemporánea de un recargado gótico con enfoque gaudiano. Nada convencional, te mostraré los toilets, los baños que utilizamos, posiblemente de los más exquisitos que visitemos en nuestros viajes. En una de las otras salas, el suelo tiene cuatro tipos de animales representando el mundo-elefante-, el agua-Naga-, el viento-cisne- y el fuego -león-.

Nuestros toilets, dorados, blancos y negros en su interior, con bajitos inodoros por debajo de la rodilla.

Nos trasladábamos ya en ruta con objetivo final a Chiang Mai, allí nos alojaríamos en nuestro último hotel, el impresionante Empress, antes de volver en avión a Bangkok. En este hotel nos trataron exquisitamente, todo hay que decirlo. Habitación 1002.

Por el camino hablamos de la madera de teca, el segundo producto de exportación del país. De las mujeres jirafa que visitaríamos al día siguiente, de los nombres locales como Teddis para las estupas, del Reino Lan Na, del Templo Wat Huei Van Kan de la diosa Kwan Yin, hecha con madera de sándalo y con un ascensor de cuatro plantas hasta la altura de los ojos, de la importancia de los templos en las poblaciones pues recogen a niños huérfanos que se alimentan con las donaciones de los ciudadanos, de la excursión opcional que teníamos del Santuario de elefantes, de los templos y Palacio en la capital que visitaríamos el último día, …bla bla bla,…Y empezaban a protestar nuestros estómagos viajeros y entonces..surgió la galleta de arroz. Probamos en ruta una galleta típica que sabe a los gusanitos de los niños. Literal. Se llama Ding Wang.

Y El restaurante local donde nos esperaban tenía show del wok en directo. Un Pad Thai de chuparse los dedos con salsa de tamarindo, camarón seco, huevo, brotes de soja, tofu y fideos de arroz. Había muchísima comida y platos a cual más sabrosos. Enhorabuena a los cocineros. De Tailandia no hay que irse sin haber probado un buen Pad Thai!!

Cuando finalmente llegamos al Hotel, descansamos un poco en nuestras habitaciones. Nos esperaba una cena tradicional, y nos vestimos con nuestras mejores galas. En el restaurante había que sentarse en el suelo a modo tradicional y nos sirvieron de rodillas comida típica del norte, algo distinta y no tan suculenta a mi entender. El espectáculo estuvo entretenido con toques culturales de danzas, peligrosas exhibiciones de cuchillos que no esperábamos, y trajes tradicionales de las distintas etnias. Terminamos pronto con bromas y risas, y todos agradecimos nuestras sábanas blancas en nuestras habitaciones del hotel tras la cena kantoke. Pero algunos, los que cariñosamente llamo zascandiles, entre los que me incluyo, no nos íbamos a perder el mercado nocturno de Chiang Mai. Está abierto hasta las 0:00. Aunque nos lloviznó un poco, pudimos hacer nuestras compras de regalos. Yo incluso conseguí un sombrero de fibra vegetal artesano que tanto tiempo llevaba buscando, fresco, ligero y flexible. Ahora sí que nuestros cuerpos pedían paso a los dormitorios. El Hotel estaba muy cerca, nos resultó fácil llegar.

Mañana, séptimo día, profundizaríamos en CHIANG MAI. Te lo cuento en la tercera parte.

Volver a Viajes con Mayúscula

Seguir con la PRIMERA PARTE

Seguir con la TERCERA PARTE

3 Me Gusta

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies